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Laissez faire, laissez passer...

Debemos desarrollar una actitud de no resistencia al mundo; lo negativo es negativo, lo positivo es positivo, las cosas son. Las cosas aparecen, se transforman, y luego cesan simplemente de existir; el mundo exterior, en cierto modo, viene dado. El ser perceptivo es parecido a un alga, una cosa repugnante y muy blanda, fundamentalmente femenina y es eso lo que debemos alcanzar si es que queremos hablar del mundo simplemente, hablar del mundo. No hemos de parecernos a quien trata de plegar el mundo a sus deseos, a sus creencias pese a ello nos está permitido tener deseos, e incluso creencias en número limitado. Después de todo, formamos parte del fenómeno, y, a título de ello, somos eminentemente respetables. Como los lagartos. Como los lagartos, nos calentamos al sol del fenómeno esperando la noche pero nosotros no nos batiremos, nosotros no debemos batirnos, nosotros estamos en la posición eterna del vencido. Michel Houelleb

Abierto en canal

En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra. Ambos eran muy tímidos y se fueron conociendo despacio, a tientas; se acercaban y se separaban, se tocaban y se retiraban, sin que ninguno quisiera imponer al otro más de lo que le fuese grato. Día a día caían las capas de reserva que los protegían, por lo que finalmente fueron como son los extraordinariamente tímidos: cada uno abierto al otro, sin protección, perfectamente cómodos y sin conciencia de sí mismos. John Williams, Stoner

Formaste las raíces de mi vida entera...

Tú serás mis raíces Tú serás mis raíces y yo seré tu sombra, aunque el sol me queme las hojas. Tú saciarás mi sed y yo te alimentaré con fruta, aunque el tiempo me robe la semilla.       Y cuando esté perdido y no entienda nada de esta tierra       tú me darás esperanza.              Y siempre oirás mi voz.       Y siempre tendrás mi mano. Porque yo te cobijaré. Y te reconfortaré. Y cuando ya no quede nada de nosotros ni siquiera en la muerte, te recordaré. Mark Z. Danielewski, La casa de hojas

El siglo de la autoayuda

«I know what you mean» es la frase por antonomasia de esta época psicologizante. En realidad significa que uno renuncia al esfuerzo de entender al otro aun antes de haberlo escuchado. Pues uno ya ha comprendido a todos aun antes de que hayan dicho algo. Elias Canetti, Hampstead

Déjame volar contigo...

—¿Recuerdas —le dije— la vez en que viniste en autoestop conmigo hasta el colegio después de aquella función de teatro? —Lo recuerdo. —¿Recuerdas cómo me preguntaste dónde me gustaría vivir, si en el campo o en la ciudad? —Y tú dijiste… —Yo te dije que quería vivir en el campo, y en la ciudad también. Buddy asintió. —Y tú —continué con una repentina fuerza— reíste y dijiste que yo tenía el perfecto síndrome de una verdadera neurótica, que la pregunta provenía de un cuestionario de la clase de psicología de aquella semana. La sonrisa de Buddy empezó a apagarse. —Bien; tenías razón. Soy una verdadera neurótica. Nunca podría establecerme en el campo ni tampoco en la ciudad. —Podrías vivir entre ambos —sugirió Buddy amablemente—. Entonces podrías ir a la ciudad algunas veces y al campo otras veces. —Y bien, ¿qué tiene eso de neurótico? Buddy no respondió. —¿Y? —le espeté, pensando: «No puedes mimar a esa gente enferma, es lo peor del mundo para ellos, los destrozar

Las condiciones para la posibilidad del amor

L'homme peu instruit, poursuit Djerzinski, est terrorisé par l'idée de l'espace; il l'imagine immense, nocturne et béant. Il imagine les êtres sous la forme élémentaire d'une boule, isolée dans l'espace, recroquevillée dans l'espace, écrasée par l'éternelle présence des trois dimensions. Terrorisés par l'idée de l'espace, les êtres humains se recroquevillent; ils ont froid, ils ont peur. Dans le meilleur des cas ils traversent l'espace, il se saluent avec tristesse au milieu de l'espace. Et pourtant cet espace est en eux-mêmes, il ne s'agit que de leur propre création mentale. Dans cet espace dont ils ont peur, écrit encore Djerzinski, les êtres humains apprennent à vivre et à mourir; au milieu de leur espace mental se créent la séparation, l'éloignement et la souffrance. À cela, il y a très peu de commentaires: l'amant entend l'appel de son aimée, par-delà les océans et les montagnes; par-delà les montagnes et les oc

Tristes, tristes

Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes. Tristes armas si no son las palabras. Tristes, tristes. Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes. Miguel Hernández, «Tristes guerras»