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Mostrando entradas de 2017

Abierto en canal

En su año cuarenta y tres de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra. Ambos eran muy tímidos y se fueron conociendo despacio, a tientas; se acercaban y se separaban, se tocaban y se retiraban, sin que ninguno quisiera imponer al otro más de lo que le fuese grato. Día a día caían las capas de reserva que los protegían, por lo que finalmente fueron como son los extraordinariamente tímidos: cada uno abierto al otro, sin protección, perfectamente cómodos y sin conciencia de sí mismos. John Williams, Stoner

Formaste las raíces de mi vida entera...

Tú serás mis raíces Tú serás mis raíces y yo seré tu sombra, aunque el sol me queme las hojas. Tú saciarás mi sed y yo te alimentaré con fruta, aunque el tiempo me robe la semilla.       Y cuando esté perdido y no entienda nada de esta tierra       tú me darás esperanza.              Y siempre oirás mi voz.       Y siempre tendrás mi mano. Porque yo te cobijaré. Y te reconfortaré. Y cuando ya no quede nada de nosotros ni siquiera en la muerte, te recordaré. Mark Z. Danielewski, La casa de hojas

El siglo de la autoayuda

«I know what you mean» es la frase por antonomasia de esta época psicologizante. En realidad significa que uno renuncia al esfuerzo de entender al otro aun antes de haberlo escuchado. Pues uno ya ha comprendido a todos aun antes de que hayan dicho algo. Elias Canetti, Hampstead

Déjame volar contigo...

—¿Recuerdas —le dije— la vez en que viniste en autoestop conmigo hasta el colegio después de aquella función de teatro? —Lo recuerdo. —¿Recuerdas cómo me preguntaste dónde me gustaría vivir, si en el campo o en la ciudad? —Y tú dijiste… —Yo te dije que quería vivir en el campo, y en la ciudad también. Buddy asintió. —Y tú —continué con una repentina fuerza— reíste y dijiste que yo tenía el perfecto síndrome de una verdadera neurótica, que la pregunta provenía de un cuestionario de la clase de psicología de aquella semana. La sonrisa de Buddy empezó a apagarse. —Bien; tenías razón. Soy una verdadera neurótica. Nunca podría establecerme en el campo ni tampoco en la ciudad. —Podrías vivir entre ambos —sugirió Buddy amablemente—. Entonces podrías ir a la ciudad algunas veces y al campo otras veces. —Y bien, ¿qué tiene eso de neurótico? Buddy no respondió. —¿Y? —le espeté, pensando: «No puedes mimar a esa gente enferma, es lo peor del mundo para ellos, los destrozar

Las condiciones para la posibilidad del amor

L'homme peu instruit, poursuit Djerzinski, est terrorisé par l'idée de l'espace; il l'imagine immense, nocturne et béant. Il imagine les êtres sous la forme élémentaire d'une boule, isolée dans l'espace, recroquevillée dans l'espace, écrasée par l'éternelle présence des trois dimensions. Terrorisés par l'idée de l'espace, les êtres humains se recroquevillent; ils ont froid, ils ont peur. Dans le meilleur des cas ils traversent l'espace, il se saluent avec tristesse au milieu de l'espace. Et pourtant cet espace est en eux-mêmes, il ne s'agit que de leur propre création mentale. Dans cet espace dont ils ont peur, écrit encore Djerzinski, les êtres humains apprennent à vivre et à mourir; au milieu de leur espace mental se créent la séparation, l'éloignement et la souffrance. À cela, il y a très peu de commentaires: l'amant entend l'appel de son aimée, par-delà les océans et les montagnes; par-delà les montagnes et les oc

Tristes, tristes

Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes. Tristes armas si no son las palabras. Tristes, tristes. Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes. Miguel Hernández, «Tristes guerras»

La vida es una fiesta

Pero ¿qué es este destello de felicidad que me hace temblar y me restaura la fuerza, la vida? Os pido excusas, dulcísimas criaturas, no había entendido, no sabía, cómo es justo aceptaros, amaros, y cómo es de sencillo. Luisa, me siento como liberado, todo me parece bueno, todo tiene un sentido, todo es cierto. Ah, cómo me gustaría saber explicarme, pero no sé como decirlo. De esta manera, todo vuelve a ser como antes, todo es de nuevo confuso, pero esta confusión soy yo, yo como soy y no como me gustaría ser, y ya no me da miedo. Decir la verdad, aquello que no sé, que busco, que aún no he encontrado. Solo así me siento vivo y puedo mirar tus ojos fieles sin vergüenza. La vida es una fiesta, vivámosla juntos. No sé decir otra cosa, Luisa, ni a ti ni a los otros. Acéptame así como soy si puedes, es el único modo para intentar encontrarnos. Federico Fellini, Fellini, ocho y medio

En un mundo de mujeres...

Cette première intuition sur le monde fut relayée par La Vie des animaux , qui passait à la télévision tous les mercredis soir. Au milieu de cette saloperie immonde, de ce carnage permanent qu'était la nature animale, la seule trace de dévouement et d'altruisme était représentée par l'amour maternel, ou par un instinct de protection, enfin quelque chose qui insensiblement et par degrés conduisait à l'amour maternel. La femelle calamar, une petite chose pathétique de vingt centimètres de long, attaquait sans hésiter le plongeur qui s'approchait de ses œufs. Trente ans plus tard, il ne pouvait une fois de plus qu'aboutir à la même conclusion: décidément, les femmes étaient meilleures que les hommes. Elles étaient plus caressantes, plus aimantes, plus compatissantes et plus douces; moins portées à la violence, à l'égoïsme, à l'affirmation de soi, à la cruauté. Elles étaient en outre plus raisonnables, plus intelligentes et plus travailleuses. Au fond,

Es amor

«Pero ¿no lo sabe, señor Stoner? —preguntó Sloane—. ¿Aún no se comprende a sí mismo? Usted va a ser profesor». De repente Sloane parecía muy distante y los muros del despacho se alejaron. Stoner se sentía suspendido en el aire y oyó su voz preguntar: «¿Está seguro?». «Estoy seguro», dijo Sloane suavemente. «¿Cómo lo sabe? ¿Cómo puede estar seguro?». «Es amor, señor Stoner —dijo Sloane jovial—. Usted está enamorado. Así de sencillo». Era así de sencillo. Se daba cuenta de que asentía a Sloane y dijo algo inconsecuente. Luego salió del despacho. Tenía un hormigueo en los labios y sentía las yemas de los dedos entumecidas, caminaba como si estuviera dormido, aunque era plenamente consciente de lo que le rodeaba. Se rozó con las paredes pulidas de madera del pasillo y pensó que podía sentir la calidez y la edad de la madera. Descendió lentamente las escaleras maravillándose del frío mármol veteado que parecía resbalar bajo sus pies. En las clases las voces de los alumnos se perc

Escríbeme

(a Jorge Zalamea, 1928) ¡Hola, querido Zalamea! ¿Recibiste mi carta con la vista de Granada? ¿Por qué no me has contestado? ¿Tienes algún resentimiento con mi persona? ¿Qué te pasa? No te entiendo. ¿No piensas venir? Yo en cuanto termine mis trabajos iré a Madrid. Gallo se está tirando. Yo dentro de unos días inauguro el Ateneo de Granada, en compañía de Falla. ¿Por qué no vienes a oírme? Adiós, Jorge. Recibe el saludo cariñoso de FEDERICO Mi querido Jorge: Por fin he recibido tu carta. Ya te había escrito una y la he roto. Has debido pasar un mal verano. Ya afortunadamente entra el otoño, que me da la vida. Yo también lo he pasado muy mal. Muy mal. Se necesita tener la cantidad de alegría que Dios me ha dado para no sucumbir ante la cantidad de conflictos que me han asaltado últimamente. Pero Dios no me abandona nunca. He trabajado mucho y estoy trabajando. Después de construir mis Odas , en las que tengo tanta ilusión, cierro este ciclo de poesía para hacer otra

Otherness o togetherness

«La incomunicación total», pensó Oliveira. «No tanto que estemos solos, ya es sabido y no hay tu tía. Estar solo es en definitiva estar solo dentro de cierto plano en el que otras soledades podrían comunicarse con nosotros si la cosa fuese posible […].» […] Sin necesidad de dramatizar, la más modesta objetividad era una apertura al absurdo de París, de la vida gregaria. Puesto que había pensado en los poetas era fácil acordarse de todos los que habían denunciado la soledad del hombre junto al hombre, la irrisoria comedia de los saludos, el «perdón» al cruzarse en la escalera, el asiento que se cede a las señoras en el metro, la confraternidad en la política y en los deportes. Solo un optimismo biológico y sexual podía disimularle a algunos su insularidad, mal que le pesara a John Donne. Los contactos en la acción y la raza y el oficio y la cama y la cancha, eran contactos de ramas y hojas que se entrecruzan y acarician de árbol a árbol, mientras los troncos alzan desdeñosos sus para

Qué andarás haciendo...

Siempre he tenido la impresión de que éramos cercanos, como dos frutos nacidos de una misma rama. El día se eleva en el mismo momento en que te escribo, los truenos retumban suavemente; será una jornada lluviosa. Te imagino incorporándote en tu cama. Esa angustia que sientes, la siento yo igualmente. La noche nos abandona, la luz delimita de nuevo a las personas, las diminutas personas. Tumbado sobre la moqueta, observo con resignación cómo la luz progresa. Descubro unos cabellos en la moqueta; esos cabellos no son los tuyos. Un insecto solitario escala los tallos de lana. Mi cabeza cae, se alza de nuevo; siento verdaderos deseos de cerrar los ojos. Hace tres días que no duermo; hace tres meses que no trabajo. Pienso en ti. Michel Houellebecq, «El sentido de la lucha» (en Poesía )

Sabe Dios...

MARY (suspira) : Hechos. Sí, tengo un millón de hechos al alcance de los dedos. IKE: Así es. Y no significan nada, ¿verdad? Porque nada digno de conocerse puede ser comprendido con la sola mente... ¿sabes? To... to... todo cuanto realmente tiene valor ha de penetrar en ti por una abertura diferente... y perdona... perdona... esta imagen poco afortunada. MARY: No estoy de acuerdo en absoluto. Mira, ¿dónde estaríamos sin el pensamiento racional? Dime. IKE: No, no, tú... confías demasiado en el cerebro. Es un... el... el cerebro es el órgano más sobrevalorado, creo yo. MARY: Ya sé. Tú... tú probablemente crees que yo soy demasiado cerebral. IKE: Bueno, ¿sabes? Tú... tú estás más bien del lado de los encefálicos. (Risita.) Oh, ¿qué importa lo que yo piense de ti? Dios sabe lo que piensas tú de mí.  Woody Allen, Manhattan

Si ella supiera...

Este hombre, que, francamente, vamos a decirlo sin rodeos, está como una regadera, como un buscapiés, se imagina que en cuanto esté cerca de Bruja, le será fácil seguirla, pues jura y perjura que ella dejaba a su paso un rastro de perfume de flores, un aroma como de lluvia recién caída, un temblor de pájaros. ¿Cómo es posible que crea en algo así, en el poder mágico e invencible del amor, en un mundo tan poco propicio para tales ensoñaciones, en una época tan manchada y tan terrible como aquellas que tan amargamente la precedieron? Con las lágrimas derramadas por los hombres y las mujeres se formarían ríos, y no digamos si sumásemos las no vertidas por orgullo, educación, desesperanza o altruismo. Hay miles de perfumes, miles de temblores, miles de mujeres en este planeta, que entrecruzan sus caminos y confunden sus pistas, que enredan sus senderos, que construyen laberintos, que acarician y parpadean y traicionan, ¿cómo diantres puede estar convencido de que reconocerá entre un milló

Lecturas

Era tan bueno como había pensado que sería. La prosa era ágil y su pasión estaba enmascarada por la serenidad y la claridad de su inteligencia. Era ella misma lo que se traslucía en lo que leía, se percató, y se maravillaba de la certeza con la que podía contemplarla incluso ahora. De repente fue como si ella estuviese en la habitación de al lado y la acabase de ver hacía solo un instante. Sentía un hormigueo en las manos como si la hubiera tocado. Y el sentimiento de haberla perdido, que llevaba tanto tiempo guardado dentro, afluyó, le absorbió y se dejó llevar por la corriente, más allá del control de su voluntad, no queriendo salvarse. Luego sonrió con ternura, como recordando algo, le vino a la mente que tenía casi sesenta años y que debía estar por encima de la fuerza de aquella pasión, de aquel amor. Pero no lo había superado, lo sabía, y nunca podría hacerlo. Bajo la confusión, la indiferencia, el olvido, ahí estaba. El amor, intenso y fijo, siempre había estado ahí. En su ju

Nada

Sabía que debía estarle agradecida a la señora Guinea, solo que no podía sentir nada. Si la señora Guinea me hubiera dado un pasaje a Europa, o un viaje alrededor del mundo, no hubiera habido la menor diferencia para mí, porque donde quiera que estuviera sentada —en la cubierta de un barco o en la terraza de un café en París o en Bangkok— estaría sentada bajo la misma campana de cristal, agitándome en mi propio aire viciado. […] Me arrellané en el asiento de felpa gris y cerré los ojos. El aire de la campana de cristal se acolchaba a mi alrededor y yo no podía moverlo. Sylvia Plath, La campana de cristal

Cronos nos devora

En la loca carrera contra el tiempo (granillos de arena ya escasos en el compartimiento superior) multiplicas viajes, fugas, avances, orgasmos, peligros. En busca del balazo que siega? o de una escritura que te escapa y escurre también entre tus dedos? Muerte y decrepitud te rodean. Cómo evitar con dignidad la erosión? (Punto final) Juan Goytisolo, El sitio de los sitios

Principio de incertidumbre

Esta noche trataré de que nos sintamos menos solos, trataré de demostrar que estamos vivos y que no todo está escrito. En 1927 un matemático formuló el principio de incertidumbre. Venía a decir algo así como que nada se puede predecir con exactitud, siempre queda un margen de incertidumbre en el conocimiento humano. Y en ese margen de incertidumbre yo siempre pensé que estaba la música, las canciones [la literatura, los libros]. El principio está relacionado con el hecho de que el observador, por el mero hecho de ser testigo, influye en la realidad que está observando, la altera, introduce una variable de indeterminación. Y esta noche, si a ustedes les parece bien, me gustaría hacer un experimento. Me gustaría demostrar que cada canción [libro] es diferente simplemente porque tú estás a mi lado, cada concierto [lectura] es diferente porque tú lo escuchas, porque tú cantas [lees] conmigo. Así que manos a la obra. Nada está escrito, la historia no ha terminado. Quizá los siguientes días

Sin embargo...

El mundo es sufrimiento desplegado. En su origen, hay un nudo de sufrimiento. Toda existencia es una expansión, y un aplastamiento. Todas las cosas sufren, hasta que son. La nada vibra de dolor, hasta que llega al ser: en un abyecto paroxismo. […] Las modalidades del sufrimiento son importantes, pero no esenciales. Todo sufrimiento es bueno; todo sufrimiento es útil; todo sufrimiento da sus frutos; todo sufrimiento es un universo. […] Si el mundo se compone de sufrimiento es por ser, en esencia, libre. El sufrimiento es la consecuencia necesaria del libre engranaje de las partes del sistema. Debéis saberlo, y decirlo. No os será posible transformar el sufrimiento en un propósito. El sufrimiento es , y en consecuencia no podría volverse un propósito. En las heridas que nos inflige, la vida alterna la brutalidad con la insidia. Conoced ambas formas. Practicadlas. Adquirid de ellas un conocimiento completo. Distinguid aquello que las separa, y lo que las une. Entonces, se

El loco en el mundo de los locos

Aún sonriente y con malévola ironía, se giró hacia Stoner. «Tú tampoco te escapas, amigo. Para nada. ¿Quién eres tú? ¿Un sencillo hombre de campo, como te finges? Oh, no. Tú también estás entre los enfermos, tú eres el soñador, el loco en el mundo de los locos, nuestro don Quijote del Medio Oeste sin su Sancho, retozando bajo el cielo azul. Eres lo bastante listo —más listo al menos que nuestro mutuo amigo—. Pero tienes el mal, la vieja enfermedad. Crees que hay algo aquí , algo que encontrar. Bueno, en el mundo lo aprenderías rápido. Tú también estás destinado al fracaso; no es que te vayas a enfrentar al mundo, dejarías que te masticara y que te escupiera y te quedarías ahí pensando qué salió mal. Porque siempre esperaste que el mundo fuera algo que no es, algo que no deseó ser. El gorgojo en el algodón, el gusano en el frijol, el insecto barredor en el maíz. No podrías mirarles a la cara y no podrías enfrentarte a ellos porque eres demasiado débil y eres demasiado fuerte. Y no tien

La luna a mezzanotte

La música es un arte celeste, es seguro que nuestra raza tiene ese privilegio; ella sale de los más profundo de nuestras entrañas [...].  Dos cosas nos inspiran esos cantos celestiales: ver las estrellas y el amor. Los hombres, torpes copistas, se apiñan ridículamente en una sala baja, y dando saltitos, creen igualarnos. Es sobre la cima de los tejados, en el esplendor de las noches, cuando todo el pelo tirita, que se puede exhalar la melodía divina. Por celos nos maldicen y nos tiran piedras. Que revienten de rabia; nunca su voz insulsa alcanzará esos graves gruñidos, esas notas penetrantes, esos locos arabescos, esas fantasías inspiradas e imprevistas que ablandan el alma de la gata más rebelde y la dejan trémula, mientras que allí arriba las voluptuosas estrellas tiemblan y la luna palidece de amor.  Hippolyte Taine, Vida y opiniones filosóficas de un gato

De poetas soñadores...

Podría ser cartero de Neruda, pescador de estrellas navegando en la luna, piloto de cometas, explorador de abismos, quizás recolector de gotas de rocío. Quisiera ser un hombre, es poco lo que pido. Podría ser quizá delineante de columpios rojos, un gran libromante, un cantor de nanas, quizá buhonero, y vender palomas, pócimas y ungüentos. Pensándolo bien, me conformo con menos. Podría ser jardinero en Marte, médico de flores, poeta ambulante, deshollinador volando en tejados, probador de espejos o pirata honrado. Quisiera ser hombre al fin y al cabo. Ismael Serrano, Podría ser

Mundo loco de insensatos

Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición por si alguna vez soñamos. Y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular, que el vivir solo es soñar;  y la experiencia me enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar. […] Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende; y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Calderón de la Barca, La vida es sueño

Una triste broma pesada…

Una semana después (22 de agosto), aún en el apartamento de tu madre, en Newark, con Bob P. ya ausente sin duda, una confusa carta de seis páginas que, extraña y pretenciosamente, arranca con una serie de frases entrecortadas: «Aquí. Estoy aquí. Sentado. Quiero empezar, pero poco a poco, porque siento el impulso de decirme que debo seguir durante un tiempo, quizá demasiado… Oirás, ahora, antes de que te diga aquello que quiero decirte aquí sentado, cosas, tonterías, lo que llaman noticias, o cháchara, pero que yo denomino, quizá tú también…, "ejercicio de calentamiento", que es, te lo aseguro, una simple manera de hablar, porque desde luego ya tengo bastante calor (es verano, ya sabes)». Tras algunas observaciones morbosas sobre el horror y la inevitabilidad de la muerte, cambias de pronto de tema y declaras tu intención de hablar únicamente de cosas alegres. […] Luego, tras otro giro inopinado «(He parado a encender un cigarrillo: de ahí el hiato en la sempiterna línea rect

Haploides o diploides

—¿Qué te pasa? Leonard se encaró con ella. —¿Que qué me pasa? ¿Qué crees tú que me pasa? Estoy deprimido , Madeleine. Tengo una depresión . —Lo sé. —¿Lo sabes? No estoy muy seguro de que lo sepas. Si lo supieras puede que no dijeras cosas estúpidas como esa. —¡Lo único que he hecho ha sido preguntarte si te lo has pasado bien! ¡Dios! —Déjame decirte lo que sucede cuando una persona está clínicamente deprimida. —Leonard adoptó sus exasperantes modos doctorales—. Lo que sucede es que el cerebro envía una señal que dice que se está muriendo. El cerebro deprimido manda esa señal y el cuerpo la recibe, y al rato el cuerpo piensa que también se está muriendo. Y entonces empieza a apagarse. Por eso duele la depresión, Madeleine. Por eso es físicamente dolorosa . El cerebro piensa que se está muriendo, y entonces el cuerpo piensa que también se está muriendo, y entonces el cerebro lo registra, y así va y vuelve una y otra vez ese mensaje en una especie de bucle sin fin. —Leonard

Adelante

Y cada ola quisiera ser la última, quedarse congelada en la boca de sal y arena que mudamente le está diciendo siempre:  adelante. José Emilio Pacheco, «El mar sigue adelante»

Las consecuencias son las mismas...

Todavía tengo pesadillas. De hecho, las tengo tan a menudo que ya debería haberme acostumbrado. Pero no. La verdad es que nadie se acostumbra a las pesadillas. [...] Hubo un tiempo en que sí me gustaba dormir. De hecho, dormía a todas horas. Pero eso fue antes de que mi amigo Lude me despertara una noche a las tres de la madrugada y me pidiera que fuera a verlo. Quién sabe, si yo no hubiera oído el teléfono esa noche, ¿no sería todo distinto ahora? Muchas veces me lo planteo. [...] ¿Qué sabía yo entonces? ¿Y qué sé ahora? Por lo menos una parte del horror que me llevé a las cuatro de aquella madrugada lo tenéis ahora delante, esperándoos, un poco como me estaba esperando a mí aquella noche, aunque sin estas pocas páginas a modo de envoltorio. Tal como descubrí, la cosa contenía cientos y cientos de páginas. Marañas interminables de palabras, que a veces se retorcían para formar algo coherente y a veces no llevaban a nada, a menudo desmontándose, siempre ramificándose hacia otros

El triste héroe de nuestro tiempo...

Para la vida de cada día ya estaba Carmina, que, a diferencia de su hermana, era inteligente y buena y, además, me había prometido amor eterno. Pero a los pocos minutos volví a las andadas y me entraron [...] unas ganas inmensas de obedecer la ley de mi deseo y, después de la conferencia, fugarme aquella misma noche con Rosita. Tuve que buscarme nuevos argumentos para frenar la fuerza de aquel deseo desbocado. Me dije que haría bien en pensar con mayor calma las cosas. Me dije que era más prudente no dar aquel paso, pues la vida cotidiana en una casa portuguesa podía arruinar en muy breve tiempo toda la pasión y gran fiebre de amor de la que se alimentaba mi historia con Rosita. Me dije que nada sería más triste que ver cómo de la noche a la mañana se desvanecía mi gran pasión: una pasión que, por muy paradójico que parezca, en realidad se alimentaba de la ausencia del objeto deseado [...]. Ante todo y por encima de todo estaba el amor eterno; me serenó por unos momentos haber tom

C'est ainsi

Discúlpenme, pero voy a seguir hablando de mí, que soy mi desconocido, y al escribir me sorprendo un poco porque he descubierto que tengo un destino. Quién no se ha preguntado: ¿soy un monstruo o esto es ser una persona? Antes quiero afirmar que esa chica no se conoce sino a través de vivir a la deriva. Si fuese tan tonta como para preguntarse «¿quién soy yo?», se espantaría y se caería al mismo suelo. Es que el «¿quién soy yo?» provoca necesidad. ¿Y cómo satisfacer la necesidad? Quien se analiza está incompleto. […] Ella no pensaba en Dios, Dios no pensaba en ella. Dios es de quien consigue llegar a Él. En la irreflexión aparece Dios. No hacía preguntas. Adivinaba que no hay respuestas. ¿Iba a ser tan tonta de preguntar? ¿Y recibir un «no» en la cara? Tal vez una pregunta vacía valiese tan solo para que un día nadie pudiera decir que ni siquiera había preguntado. A falta de quien le respondiese, ella misma parecía haberse contestado: es así porque es así. ¿Existe en el mundo otra

A pesar de todo...

Cette espèce douloureuse et vile, à peine différente du singe, qui portait cependant en elle tant d'aspirations nobles. Cette espèce torturée, contradictoire, individualiste et querelleuse, d'un égoïsme illimité, parfois capable d'explosions de violence inouïes, mais qui ne cessa jamais pourtant de croire à la bonté et à l'amour.  Michel Houellebecq, Les particules élémentaires

¿Placer o deber?

—No entiendo la necesidad de un comunicado de prensa —dijo la reina—. ¿Qué le importa al público lo que yo estoy leyendo? La reina lee. Es lo único que debe saber. Me imagino la reacción general: «¿Y qué?». —Leer es retraerse. No estar disponible. Sería más fácil de asimilar —dijo Sir Kevin— si fuera una actividad menos... egoísta. —¿Egoísta? —Quizá debería decir solipsista. —Quizá. Sir Kevin prosiguió la ofensiva. —Tendríamos que asociar sus lecturas con una finalidad más amplia: la alfabetización del país entero, por ejemplo, o mejorar el nivel de lo que leen los jóvenes. —Nosotros leemos por placer —dijo la reina—. No es un deber público. —Quizá debería serlo —dijo Sir Kevin. Alan Bennet, Una lectora nada común

No hay porqué

Ellen. Mi esposa: una persona a la que tengo la sensación de entender mucho peor que a un escritor extranjero que lleva cien años muerto. ¿Es una aberración, o resulta normal? Los libros dicen: ella hizo esto porque. La vida dice: ella hizo esto. En los libros las cosas quedan explicadas; en la vida, no. No me extraña que la gente prefiera los libros. Los libros le dan sentido a la vida. El único problema radica en que las vidas a las que dan sentido son las de otros, jamás a la del lector. Quizá sea demasiado acomodaticio. Mi situación también es estable de momento, pero desesperada. Quizá solo sea cuestión de temperamento. Hay que acordarse de la fallida visita al burdel de L'Éducation sentimentale , y no olvidarse de su lección. No hay que participar: la felicidad está en la imaginación, no en el acto. El placer se encuentra primero en la ilusión, y luego en el recuerdo. Así es el temperamento flaubertiano. Julian Barnes, El loro de Flaubert

Petit à petit

Todo el mundo sabe que la Tierra está separada de los otros astros por una cantidad variable de años luz. Lo que pocos saben (en realidad, solamente yo) es que Magdalena está separada de mí por una cantidad considerable de años caracol. Al principio pensé que se trataba de años tortuga, pero he tenido que abandonar esa unidad de medida demasiado halagadora. Por poco que camine una tortuga, yo hubiera terminado por llegar a Magdalena, pero en cambio Osvaldo, mi caracol preferido, no me deja la menor esperanza. Vaya a saber cuándo se inició la marcha que lo fue distanciando imperceptiblemente de mi zapato izquierdo, luego que lo hube orientado con extrema precisión hacia el rumbo que lo llevaría a Magdalena. Repleto de lechuga fresca, cuidado y atendido amorosamente, su primer avance fue promisorio, y me dije esperanzadamente que antes de que el pino del patio sobrepasara la altura del tejado, los plateados cuernos de Osvaldo entrarían en el campo visual de Magdalena para llevarle mi

Cosas del azar (o no)...

Considérant les événements présents de notre vie, nous oscillons sans cesse entre la croyance au hasard et l'évidence du déterminisme. Pourtant, lorsqu'il s'agit du passé, nous n'avons plus aucun doute: il nous paraît évident que tout s'est déroulé de la manière dont tout devait, effectivement, se dérouler.  Michel Houellebecq, Les particules élémentaires

Elecciones

El paso entre la realidad que ha de ser fotografiada porque nos parece bella y la realidad que nos parece bella porque ha sido fotografiada es brevísimo. [...] Basta empezar a decir de algo: «¡Ah, qué bonito, habría que fotografiarlo!» y ya estás en el terreno de quien piensa que todo lo que no se fotografía se pierde, es como si no hubiera existido, y por lo tanto para vivir verdaderamente hay que fotografiar todo lo que se pueda, y para fotografiarlo todo es preciso: o bien vivir de la manera más fotografiable posible, o bien considerar fotografiable cada momento de la propia vida. La primera vía lleva a la estupidez, la segunda a la locura.  [...] El único modo de actuar con coherencia es disparar por lo menos una foto por minuto, desde que abre los ojos por la mañana hasta el momento de irse a dormir. Solo así los rollos de película impresionada constituirán un diario fiel de nuestros días, sin que nada quede excluido. Si yo me pusiera a hacer fotografías, seguiría este camino h

Charlas de café

Hablaron de sueños, de ilusiones, de esperanzas inalcanzables, porque desde una demasiado temprana edad existen las cosas posibles que ya son imposibles, de recuerdos, impresiones y malentendidos. Martín Casariego, La primavera corta, el largo invierno

¿Quien espera desespera?

El médico recibió la correspondencia con el paquete de los periódicos. Puso a un lado los boletines de propaganda científica. Luego leyó superficialmente las cartas personales. Mientras tanto, el administrador distribuyó el correo entre los destinatarios presentes. El coronel observó la casilla que le correspondía en el alfabeto. Una carta aérea de bordes azules aumentó la tensión de sus nervios. El médico rompió el sello de los periódicos. Se informó de las noticias destacadas mientras el coronel —fija la vista en su casilla— esperaba que el administrador se detuviera frente a ella. Pero no lo hizo. El médico interrumpió la lectura de los periódicos. Miró al coronel. Después miró al administrador sentado frente a los instrumentos del telégrafo y después otra vez al coronel. —Nos vamos —dijo. El administrador no levantó la cabeza. —Nada para el coronel —dijo. El coronel se sintió avergonzado. —No esperaba nada —mintió. Volvió hacia el médico una mirada enteramente infantil—

En attendant...

MARZO-MAYO DE 1851. [...] Si cada uno se mostrara tal y como es, lo que antes era ridículo y débil en él dejaría de serlo. Sería una bendición enorme librarse, aunque fuera en parte, de ese terrible yugo: el miedo al ridículo. ¿Cuántos, cuántos verdaderos placeres nos perdemos por este estúpido miedo? [...] 3 DE JULIO. [...] Tengo que ir y sentarme a una mesa manchada de tinta, tomar un papel grisáceo y tinta; ensuciarme los dedos y trazar letras sobre el papel. Las letras formarán palabras y las palabras frases; pero ¿acaso se puede transmitir lo que uno siente? ¿Acaso se puede transmitir a otra persona la manera que uno tiene de percibir la naturaleza? La descripción es insuficiente. ¿Qué hace que la poesía esté tan íntimamente ligada a la prosa? ¿La felicidad a la infelicidad? ¿Cómo se debe vivir? [...] El sueño tiene un aspecto mejor que la realidad; la realidad tiene un aspecto mejor que el sueño. La felicidad absoluta sería la combinación de ambos. [...] 2 DE ENERO DE

Somos mónadas...

Supongo que es imposible entrar en la soledad de otro. Solo podemos conocer un poco a otro ser humano, si es que esto es posible, en la medida en que él se quiera dar a conocer. Un hombre dirá: «tengo frío», o temblará, y de cualquiera de las dos formas sabremos que tiene frío. Pero ¿qué pasa con el hombre que ni dice nada ni tiembla? Cuando alguien es inescrutable, cuando es hermético y evasivo, uno no puede hacer otra cosa que observar; pero de ahí a sacar algo en limpio de lo que observa hay un gran trecho. [...] Mis opciones son limitadas. Puedo permanecer en silencio, o hablar de cosas que no pueden probarse. Al menos quiero presentar los hechos, ofrecerlos de la forma más directa posible y dejarlos decir lo que tengan que decir. Pero ni siquiera los hechos dicen siempre la verdad. [...] Hoy, dando vueltas sin rumbo por la casa, deprimido y con la sensación de haber perdido el hilo de lo que quiero decir, me encontré con estas palabras en una carta de Van Gogh: «Como cualquie