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Mostrando entradas de abril, 2017

Literaturizando la vida

—Lo que ocurre —dijo, tras unos momentos de silencio y con una voz que en vano quería hacer parecer como firme—, aunque es absurdo e imposible expresarlo con palabras, aunque para mí es difícil, intentaré explicárselo —añadió, frunciendo el entrecejo como por un dolor físico. —¡Y bien! —dije. —Imagínese que había un caballero A, digamos viejo y muy vivido, y una dama B, jovencita, dichosa, ignorante aún de las personas y de la vida. Por distintas cuestiones familiares, él la quería como a una hija y nunca había tenido miedo de quererla de otra manera. Guardó silencio, pero yo no dije nada. —Pero olvidó que B era muy jovencita, que la vida era para ella todavía un juego —continuó de pronto a toda velocidad, decidido y sin mirarme—, y que no era difícil amarla con otro amor, y que eso a ella la divertiría. Y cometió un error y de pronto se dio cuenta de que otro sentimiento, un sentimiento pesado como el arrepentimiento, comenzaba a abrirse paso en su alma, y se asustó. Se asust

porque todo es ficción...

Para presentar su restaurada Prisión perpetua vino Ricardo Piglia a Barcelona. Cuando le vi en el Bar Belvedere, no sabía que acababa de expresar en una rueda de prensa su convencimiento de que «en realidad todos nos contamos la historia de nuestra propia vida con la ilusión de seguir siendo nosotros mismos: vivimos con la idea de que no podemos conocernos, pero sí narrarnos». Me presenté en el Belvedere sin saber que no puedo llegar nunca a conocerme, pero que —como acababa de decir Piglia en la rueda de prensa— sí puedo narrarme . Tampoco sabía, cuando me presenté en el Belvedere, que de hecho, tal como acababa de decir Piglia a los periodistas, la práctica de narrar es central en nuestras vidas, es un punto de conexión entre todos nosotros. No sabía estas cosas y, a una pregunta de Piglia sobre mi cambio de vida en este último año, comencé sin darme cuenta a narrarme a mí mismo y conté que no tenía nostalgia alguna de la vida que llevaba antes, pues ya la tenía muy vista y era

y leer, y leer, y leer...

La vida se metió por medio  ―dos años en el ejército, trabajo, matrimonio, responsabilidades familiares, necesidad de ganar cada vez más dinero, toda esa cagada que nos deja empantanados cuando no tenemos los cojones de luchar por lo que queremos ―, pero nunca perdí el interés por los libros. Leer era mi válvula de escape, mi desahogo y mi consuelo, mi estimulante preferido: leer por puro placer, por la hermosa quietud que te envuelve cuando resuenan en la cabeza las palabras de un autor.  Paul Auster, Brooklyn Follies

Respuestas huérfanas

El mundo está lleno de respuestas no preguntadas, que andan sueltas como perros de nadie. Con las respuestas huérfanas se puede jugar, reír, estar acompañado, disfrutar. José Ángel Valente

El placer de reeler

Il me semble que je connaissais ce livre par cœur et que j'en avais assimilé tellement de détails que le relire consistait seulement à vérifier qu'ils étaient bien à leur place [...]; pans entiers de l'histoire ou simples tournures de phrase dont il me semble, non seulement que je les ai toujours connus, mais plus encore, à la limite, qu'ils m'ont presque servi d'histoire: source d'une mémoire inépuisable, d'un ressassement, d'une certitude: les mots étaient à leur place, les livres racontaient des histoires; on pouvait suivre; on pouvait relire, et, en relisant, retrouver, magnifiée par la certitude qu'on avait de les retrouver, l'impression qu'on avait d'abord éprouvée: ce plaisir ne s'est jamais tari: je lis peu, mais je relis sans cesse [...]; je relis les livres que j'aime et j'aime les livres que je relis, et chaque fois avec la même jouissance, que je relis vingt pages, trois chapitres ou le livre entier: celle d&#

Reconstruyendo

No han sido pocos lo que han intentado[  ] 276 explicar la locura de Holloway. [...] La cinta de Hol[      ]y «Estoy perdido. Sin comida. Con poca agua. Desorientado. Oh, Dios... [              ]» Así emp[ ]eza La cinta de Holloway: con Holloway mirando desquiciadamente a la cámara, con una pared de fondo, los momentos finales de la vida de un hombre. Se trata de retazos discordantes, coherentes únicamente en la medida en que trazan un declive. [...] ¿Cómo olvidar los ojos llorosos de Holloway cuando vuelve la cámara hacia sí mismo? Ya no hay consuelo. No hay esperanza de rescate ni de regreso. «Me lo merezco. Todo esto es culpa mía. Pero lo siento mucho. Lo siento muchísimo», dice en la Parte 2. «¿Y qué más da? Les he disparado. Les he disparado a los dos. [Pausa larga] Solamente me queda media cantimplora de agua. [Otra pausa] No tendría que haber dejado que se escaparan y así [              ] vuelto y dicho a todo el mundo que se ha[      ] perdido... perdido.» Y con e

Tan feliç i tan trist

―Si tingués una càmera ―vaig dir―, et faria una fotografia cada dia. D'aquesta manera podria recordar com eres cada dia de la teva vida. ―Sóc exactament igual. ―No, no és veritat. Canvies contínuament. Cada dia una miqueta. Si pogués, enregistraria tots els canvis. ―Si et penses que ets tan espavilat, digues, com he canviat, avui? [...] ―Ets una mica més feliç i també estàs una mica més trista. ―I això vol dir que una cosa anul·la l'altra i per tant quedo exactament igual. ―De cap manera. El fet que avui ets una mica més feliç no canvia pas el fet que també estàs una mica més trista. Cada dia una mica més de totes dues coses, i això vol dir que ara mateix, en aquest precís moment, no has estat mai en tota la teva vida tan feliç com ara ni has estat mai tan trista com ara. [...] ―I tu què? Tu ets ara mateix més feliç que mai i estàs ara mateix més trist que mai? ―És clar que sí. ―Per què? ―Perquè no hi ha res que em faci més feliç ni res que em posi més t

El camino estrecho que conduce a los «Happy Few»

La lectura llevada a cabo deliberadamente ─lo que podríamos llamar la lectura volitiva─ no es lectura, al igual que la erudición no es cultura. La lectura verdadera es una acción refleja; el lector nato lee de forma tan inconsciente como respira [...]. ¿Qué es la lectura, en última instancia, sino un intercambio de ideas entre el escritor y el lector? Si el libro penetra en la mente del lector tal como ha salido de la del escritor ─sin ninguna de las adiciones y modificaciones que inevitablemente produce el contacto con un nuevo cuerpo de pensamiento─, se ha leído en vano. [...] Por consiguiente, ser un lector mediocre puede considerarse una desgracia, pero no, ciertamente, una falta. ¿Por qué deberíamos ser todos lectores? No se espera de todos nosotros que seamos músicos; pero debemos leer; y así, los que no pueden leer creativamente leen mecánicamente, ¡como un hombre sin aptitudes para tocar el violín que considerara un logro equivalente el chirrido del organillo! Hay que entend

À espera de viver ao lado teu por toda a minha vida...

El drama de Florentino Ariza mientras fue calígrafo de la Compañía Fluvial del Caribe era que no podía eludir su lirismo porque no dejaba de pensar en Fermina Daza, y nunca aprendió a escribir sin pensar en ella. Después, cuando lo pasaron a otros cargos, le sobraba tanto amor por dentro que no sabía qué hacer con él, y se lo regalaba a los enamorados implumes escribiendo para ellos cartas de amor gratuitas en el Portal de los Escribanos. [...] Ni siquiera les hacía preguntas a los clientes nuevos, pues le bastaba con verles el blanco del ojo para hacerse cargo de su estado, y escribía folio tras folio de amores desaforados, mediante la fórmula infalible de escribir pensando siempre en Fermina Daza, y nada más que en ella. [...] Florentino Ariza se entusiasmó tanto con la evidencia práctica de sus ensueños que sacó tiempo de donde no lo tenía para escribir un Secretario de los Enamorados más poético y amplio que el que hasta entonces se vendía por veinte centavos en los portales, y

De reflexiones lingüísticas...

—¿Qué te ha parecido? —dijo. —Bueno, al menos ahora sé lo que quiere decir felliniano. [...] —Mi meta en la vida es llegar a ser un adjetivo —dijo—. Que la gente vaya por ahí diciendo: «Eso era tan bankheadiano», o «Un poco demasiado bankheadiano para mi gusto». —Bankheadiano suena bien —dijo Madeleine. —Es mejor que bankheadesco. —O bankheadino. —La terminación «ino» es horrible la mires por donde la mires. Hay joyciano, shakespeariano, faulkneriano. Pero en «ino». ¿Qué hay por ahí que sea algo terminado en «ino»? —¿Thomas Mannino? —Kafkesco —dijo—. ¡Pynchonesco! Mira, Pynchon es ya un adjetivo. Gaddis. ¿Cómo sería para Gaddis? ¿Gaddisesco? ¿Gaddisio? —No, con Gaddis no se puede hacer —dijo Madeleine. —No —dijo Leonard—. Ha tenido mala suerte, Gaddis. ¿Te gusta Gaddis? —Leí un poco de Los reconocimientos —dijo Madeleine. Doblaron Planet Street y subieron por la pendiente. —Belloviano —dijo Leonard—. Es superbonito cuando se cambia alguna letra. Con naboko

Tiene que haber algo

La historia de Tom [Transcripción] Día 1 - 10:38 [Fuera de la tienda de Tom;  el frío le condensa la respiración] ¿A quién intento engañar? En un sitio como este tiene que haber fantasmas. Eso es lo que les ha pasado a Holloway y a su equipo, que los han pillado los fantasmas. Y eso nos va a pasar también a mí y a Navy. La diferencia es que él está con Reston. Él no está solo. Yo sí. La cosa está clara. Los fantasmas siempre van primero a por el que se queda solo. Seguro que ya están aquí. Acechando. Día 1 - 12:06 [A fin de mantener el contacto, ha sido  necesario colocar la radio fuera de la tienda] [...] Radio (Karen): ¿Tú cómo lo llevas? Tom: ¿Yo? Pues tengo frío, estoy cagado de miedo y me da la sensación de que se me van a comer en cualquier momento. Pero por lo demás, yo diría que bien. Día 1 - 15:46 [Dentro de la tienda] Muy bien, señor Monstruo. Sé que estás ahí y que tienes planeado devorarme, y yo no puedo hacer nada al respecto, pero tengo que