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Mostrando entradas de junio, 2017

Lecturas

Era tan bueno como había pensado que sería. La prosa era ágil y su pasión estaba enmascarada por la serenidad y la claridad de su inteligencia. Era ella misma lo que se traslucía en lo que leía, se percató, y se maravillaba de la certeza con la que podía contemplarla incluso ahora. De repente fue como si ella estuviese en la habitación de al lado y la acabase de ver hacía solo un instante. Sentía un hormigueo en las manos como si la hubiera tocado. Y el sentimiento de haberla perdido, que llevaba tanto tiempo guardado dentro, afluyó, le absorbió y se dejó llevar por la corriente, más allá del control de su voluntad, no queriendo salvarse. Luego sonrió con ternura, como recordando algo, le vino a la mente que tenía casi sesenta años y que debía estar por encima de la fuerza de aquella pasión, de aquel amor. Pero no lo había superado, lo sabía, y nunca podría hacerlo. Bajo la confusión, la indiferencia, el olvido, ahí estaba. El amor, intenso y fijo, siempre había estado ahí. En su ju

Nada

Sabía que debía estarle agradecida a la señora Guinea, solo que no podía sentir nada. Si la señora Guinea me hubiera dado un pasaje a Europa, o un viaje alrededor del mundo, no hubiera habido la menor diferencia para mí, porque donde quiera que estuviera sentada —en la cubierta de un barco o en la terraza de un café en París o en Bangkok— estaría sentada bajo la misma campana de cristal, agitándome en mi propio aire viciado. […] Me arrellané en el asiento de felpa gris y cerré los ojos. El aire de la campana de cristal se acolchaba a mi alrededor y yo no podía moverlo. Sylvia Plath, La campana de cristal

Cronos nos devora

En la loca carrera contra el tiempo (granillos de arena ya escasos en el compartimiento superior) multiplicas viajes, fugas, avances, orgasmos, peligros. En busca del balazo que siega? o de una escritura que te escapa y escurre también entre tus dedos? Muerte y decrepitud te rodean. Cómo evitar con dignidad la erosión? (Punto final) Juan Goytisolo, El sitio de los sitios

Principio de incertidumbre

Esta noche trataré de que nos sintamos menos solos, trataré de demostrar que estamos vivos y que no todo está escrito. En 1927 un matemático formuló el principio de incertidumbre. Venía a decir algo así como que nada se puede predecir con exactitud, siempre queda un margen de incertidumbre en el conocimiento humano. Y en ese margen de incertidumbre yo siempre pensé que estaba la música, las canciones [la literatura, los libros]. El principio está relacionado con el hecho de que el observador, por el mero hecho de ser testigo, influye en la realidad que está observando, la altera, introduce una variable de indeterminación. Y esta noche, si a ustedes les parece bien, me gustaría hacer un experimento. Me gustaría demostrar que cada canción [libro] es diferente simplemente porque tú estás a mi lado, cada concierto [lectura] es diferente porque tú lo escuchas, porque tú cantas [lees] conmigo. Así que manos a la obra. Nada está escrito, la historia no ha terminado. Quizá los siguientes días

Sin embargo...

El mundo es sufrimiento desplegado. En su origen, hay un nudo de sufrimiento. Toda existencia es una expansión, y un aplastamiento. Todas las cosas sufren, hasta que son. La nada vibra de dolor, hasta que llega al ser: en un abyecto paroxismo. […] Las modalidades del sufrimiento son importantes, pero no esenciales. Todo sufrimiento es bueno; todo sufrimiento es útil; todo sufrimiento da sus frutos; todo sufrimiento es un universo. […] Si el mundo se compone de sufrimiento es por ser, en esencia, libre. El sufrimiento es la consecuencia necesaria del libre engranaje de las partes del sistema. Debéis saberlo, y decirlo. No os será posible transformar el sufrimiento en un propósito. El sufrimiento es , y en consecuencia no podría volverse un propósito. En las heridas que nos inflige, la vida alterna la brutalidad con la insidia. Conoced ambas formas. Practicadlas. Adquirid de ellas un conocimiento completo. Distinguid aquello que las separa, y lo que las une. Entonces, se

El loco en el mundo de los locos

Aún sonriente y con malévola ironía, se giró hacia Stoner. «Tú tampoco te escapas, amigo. Para nada. ¿Quién eres tú? ¿Un sencillo hombre de campo, como te finges? Oh, no. Tú también estás entre los enfermos, tú eres el soñador, el loco en el mundo de los locos, nuestro don Quijote del Medio Oeste sin su Sancho, retozando bajo el cielo azul. Eres lo bastante listo —más listo al menos que nuestro mutuo amigo—. Pero tienes el mal, la vieja enfermedad. Crees que hay algo aquí , algo que encontrar. Bueno, en el mundo lo aprenderías rápido. Tú también estás destinado al fracaso; no es que te vayas a enfrentar al mundo, dejarías que te masticara y que te escupiera y te quedarías ahí pensando qué salió mal. Porque siempre esperaste que el mundo fuera algo que no es, algo que no deseó ser. El gorgojo en el algodón, el gusano en el frijol, el insecto barredor en el maíz. No podrías mirarles a la cara y no podrías enfrentarte a ellos porque eres demasiado débil y eres demasiado fuerte. Y no tien

La luna a mezzanotte

La música es un arte celeste, es seguro que nuestra raza tiene ese privilegio; ella sale de los más profundo de nuestras entrañas [...].  Dos cosas nos inspiran esos cantos celestiales: ver las estrellas y el amor. Los hombres, torpes copistas, se apiñan ridículamente en una sala baja, y dando saltitos, creen igualarnos. Es sobre la cima de los tejados, en el esplendor de las noches, cuando todo el pelo tirita, que se puede exhalar la melodía divina. Por celos nos maldicen y nos tiran piedras. Que revienten de rabia; nunca su voz insulsa alcanzará esos graves gruñidos, esas notas penetrantes, esos locos arabescos, esas fantasías inspiradas e imprevistas que ablandan el alma de la gata más rebelde y la dejan trémula, mientras que allí arriba las voluptuosas estrellas tiemblan y la luna palidece de amor.  Hippolyte Taine, Vida y opiniones filosóficas de un gato

De poetas soñadores...

Podría ser cartero de Neruda, pescador de estrellas navegando en la luna, piloto de cometas, explorador de abismos, quizás recolector de gotas de rocío. Quisiera ser un hombre, es poco lo que pido. Podría ser quizá delineante de columpios rojos, un gran libromante, un cantor de nanas, quizá buhonero, y vender palomas, pócimas y ungüentos. Pensándolo bien, me conformo con menos. Podría ser jardinero en Marte, médico de flores, poeta ambulante, deshollinador volando en tejados, probador de espejos o pirata honrado. Quisiera ser hombre al fin y al cabo. Ismael Serrano, Podría ser

Mundo loco de insensatos

Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición por si alguna vez soñamos. Y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular, que el vivir solo es soñar;  y la experiencia me enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar. […] Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende; y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. Calderón de la Barca, La vida es sueño

Una triste broma pesada…

Una semana después (22 de agosto), aún en el apartamento de tu madre, en Newark, con Bob P. ya ausente sin duda, una confusa carta de seis páginas que, extraña y pretenciosamente, arranca con una serie de frases entrecortadas: «Aquí. Estoy aquí. Sentado. Quiero empezar, pero poco a poco, porque siento el impulso de decirme que debo seguir durante un tiempo, quizá demasiado… Oirás, ahora, antes de que te diga aquello que quiero decirte aquí sentado, cosas, tonterías, lo que llaman noticias, o cháchara, pero que yo denomino, quizá tú también…, "ejercicio de calentamiento", que es, te lo aseguro, una simple manera de hablar, porque desde luego ya tengo bastante calor (es verano, ya sabes)». Tras algunas observaciones morbosas sobre el horror y la inevitabilidad de la muerte, cambias de pronto de tema y declaras tu intención de hablar únicamente de cosas alegres. […] Luego, tras otro giro inopinado «(He parado a encender un cigarrillo: de ahí el hiato en la sempiterna línea rect

Haploides o diploides

—¿Qué te pasa? Leonard se encaró con ella. —¿Que qué me pasa? ¿Qué crees tú que me pasa? Estoy deprimido , Madeleine. Tengo una depresión . —Lo sé. —¿Lo sabes? No estoy muy seguro de que lo sepas. Si lo supieras puede que no dijeras cosas estúpidas como esa. —¡Lo único que he hecho ha sido preguntarte si te lo has pasado bien! ¡Dios! —Déjame decirte lo que sucede cuando una persona está clínicamente deprimida. —Leonard adoptó sus exasperantes modos doctorales—. Lo que sucede es que el cerebro envía una señal que dice que se está muriendo. El cerebro deprimido manda esa señal y el cuerpo la recibe, y al rato el cuerpo piensa que también se está muriendo. Y entonces empieza a apagarse. Por eso duele la depresión, Madeleine. Por eso es físicamente dolorosa . El cerebro piensa que se está muriendo, y entonces el cuerpo piensa que también se está muriendo, y entonces el cerebro lo registra, y así va y vuelve una y otra vez ese mensaje en una especie de bucle sin fin. —Leonard

Adelante

Y cada ola quisiera ser la última, quedarse congelada en la boca de sal y arena que mudamente le está diciendo siempre:  adelante. José Emilio Pacheco, «El mar sigue adelante»

Las consecuencias son las mismas...

Todavía tengo pesadillas. De hecho, las tengo tan a menudo que ya debería haberme acostumbrado. Pero no. La verdad es que nadie se acostumbra a las pesadillas. [...] Hubo un tiempo en que sí me gustaba dormir. De hecho, dormía a todas horas. Pero eso fue antes de que mi amigo Lude me despertara una noche a las tres de la madrugada y me pidiera que fuera a verlo. Quién sabe, si yo no hubiera oído el teléfono esa noche, ¿no sería todo distinto ahora? Muchas veces me lo planteo. [...] ¿Qué sabía yo entonces? ¿Y qué sé ahora? Por lo menos una parte del horror que me llevé a las cuatro de aquella madrugada lo tenéis ahora delante, esperándoos, un poco como me estaba esperando a mí aquella noche, aunque sin estas pocas páginas a modo de envoltorio. Tal como descubrí, la cosa contenía cientos y cientos de páginas. Marañas interminables de palabras, que a veces se retorcían para formar algo coherente y a veces no llevaban a nada, a menudo desmontándose, siempre ramificándose hacia otros

El triste héroe de nuestro tiempo...

Para la vida de cada día ya estaba Carmina, que, a diferencia de su hermana, era inteligente y buena y, además, me había prometido amor eterno. Pero a los pocos minutos volví a las andadas y me entraron [...] unas ganas inmensas de obedecer la ley de mi deseo y, después de la conferencia, fugarme aquella misma noche con Rosita. Tuve que buscarme nuevos argumentos para frenar la fuerza de aquel deseo desbocado. Me dije que haría bien en pensar con mayor calma las cosas. Me dije que era más prudente no dar aquel paso, pues la vida cotidiana en una casa portuguesa podía arruinar en muy breve tiempo toda la pasión y gran fiebre de amor de la que se alimentaba mi historia con Rosita. Me dije que nada sería más triste que ver cómo de la noche a la mañana se desvanecía mi gran pasión: una pasión que, por muy paradójico que parezca, en realidad se alimentaba de la ausencia del objeto deseado [...]. Ante todo y por encima de todo estaba el amor eterno; me serenó por unos momentos haber tom

C'est ainsi

Discúlpenme, pero voy a seguir hablando de mí, que soy mi desconocido, y al escribir me sorprendo un poco porque he descubierto que tengo un destino. Quién no se ha preguntado: ¿soy un monstruo o esto es ser una persona? Antes quiero afirmar que esa chica no se conoce sino a través de vivir a la deriva. Si fuese tan tonta como para preguntarse «¿quién soy yo?», se espantaría y se caería al mismo suelo. Es que el «¿quién soy yo?» provoca necesidad. ¿Y cómo satisfacer la necesidad? Quien se analiza está incompleto. […] Ella no pensaba en Dios, Dios no pensaba en ella. Dios es de quien consigue llegar a Él. En la irreflexión aparece Dios. No hacía preguntas. Adivinaba que no hay respuestas. ¿Iba a ser tan tonta de preguntar? ¿Y recibir un «no» en la cara? Tal vez una pregunta vacía valiese tan solo para que un día nadie pudiera decir que ni siquiera había preguntado. A falta de quien le respondiese, ella misma parecía haberse contestado: es así porque es así. ¿Existe en el mundo otra

A pesar de todo...

Cette espèce douloureuse et vile, à peine différente du singe, qui portait cependant en elle tant d'aspirations nobles. Cette espèce torturée, contradictoire, individualiste et querelleuse, d'un égoïsme illimité, parfois capable d'explosions de violence inouïes, mais qui ne cessa jamais pourtant de croire à la bonté et à l'amour.  Michel Houellebecq, Les particules élémentaires