Todo queda por delante

El miedo, el miedo de cabeza de hidra, que se da ferozmente en todos nosotros, es una resaca procedente de formas de vida inferiores. Estamos a caballo entre dos mundos: aquel del que hemos surgido y aquel al que nos dirigimos. Ése es el significado más profundo de la palabra «humano», el de que somos un eslabón, un puente, una promesa. En nosotros es en quienes el proceso de la vida llega a su realización. Tenemos una responsabilidad tremenda y su gravedad es lo que nos infunde el miedo. Sabemos que, si no avanzamos, si no realizamos nuestro ser potencial, recaeremos, farfullaremos y arrastraremos el mundo con nosotros. Llevamos el Cielo y el Infierno dentro de nosotros; somos los constructores cosmogónicos. Podemos optar y nuestra esfera de acción es toda la creación. 
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No hay sitios donde ir: ni a por premio ni a por castigo. El lugar es siempre aquí y ahora, en tu propia persona y de acuerdo con tu propia fantasía. El mundo es exactamente lo que imaginas que es, siempre, en todo instante. Es imposible cambiar el decorado y fingir que disfrutarás con otro acto distinto. El decorado es permanente, cambia con la mente y el corazón, no conforme los dictados de un director de escena invisible. Tú eres el autor, director y autor a un tiempo: el drama va a ser siempre tu propia vida, no la de otro. Un drama bello, terrible, ineluctable, como un traje hecho de tu propia piel. ¿Desearías que fuera de otro modo? ¿Podrías inventar un drama mejor?
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¡Canta, guerrero alegre! Pero objetas: ¿cómo puedo cantar, cuando el mundo está desintegrándose, cuando todo lo que me rodea está bañado en sangre y lágrimas? ¿Te das cuenta de que los mártires cantaban, mientras los quemaban en la hoguera? No veían desintegrarse nada, no oían alaridos de dolor. Cantaban porque estaban henchidos de fe. ¿Quién puede destruir la fe? ¿Quién puede acabar con la alegría? Los hombres lo han intentado, en todas las épocas, pero no lo han conseguido. La alegría y la fe son inherentes al universo. En el crecimiento hay dolor y lucha; en el logro hay alegría y exuberancia; en la realización hay paz y serenidad. [...] Todo queda por delante. El camino es infinito y, cuanto más lejos llegas, más se abre el camino. Las ciénagas y cenagales, los pantanos y sumideros, las trampas y celadas, están todos en la mente. Esperan al acecho, dispuestos para tragarte en el momento en que dejes de avanzar. [...] Avanzar aferrándose al pasado es como arrastrar una bola y una cadena. El preso no es quien ha cometido un crimen, sino quien se aferra a su crimen y lo vive una y mil veces. Todos somos culpables de un crimen, el gran crimen de no vivir la vida al máximo, pero todos somos libres en potencia.

Henry Miller, Sexus

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