Es amor
«Pero ¿no lo sabe, señor Stoner? —preguntó Sloane—. ¿Aún no se comprende a sí mismo? Usted va a ser profesor».
De repente Sloane parecía muy distante y los muros del despacho se alejaron. Stoner se sentía suspendido en el aire y oyó su voz preguntar: «¿Está seguro?».
«Estoy seguro», dijo Sloane suavemente.
«¿Cómo lo sabe? ¿Cómo puede estar seguro?».
«Es amor, señor Stoner —dijo Sloane jovial—. Usted está enamorado. Así de sencillo».
Era así de sencillo. Se daba cuenta de que asentía a Sloane y dijo algo inconsecuente. Luego salió del despacho. Tenía un hormigueo en los labios y sentía las yemas de los dedos entumecidas, caminaba como si estuviera dormido, aunque era plenamente consciente de lo que le rodeaba. Se rozó con las paredes pulidas de madera del pasillo y pensó que podía sentir la calidez y la edad de la madera. Descendió lentamente las escaleras maravillándose del frío mármol veteado que parecía resbalar bajo sus pies. En las clases las voces de los alumnos se percibían distintas e individuales entre el apagado rumor y sus rostros eran cercanos, extraños y familiares. Salió del Jesse Hall a la luz de la mañana, la oscuridad no parecía ya oprimir el campus. Apuntó con la mirada afuera y hacia el cielo, hacia una posibilidad para la que no tenía nombre.
John Williams, Stoner
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