En fin

Y he observado que una y otra secuencia componían una leve trama novelesca: como si de pronto se hubieran puesto de acuerdo algunos sucesos autobiográficos para enhebrarme una historia con toques incluso literarios; como si algunos capítulos de mi vida cotidiana estuvieran confabulándose y pidiendo ser narrados y, además, reclamaran convertirse en fragmentos de novela. 
Pero ¡esto es un diario! Lo grito para mí mismo y de paso me digo que nadie puede obligar a otra persona a hacer una novela, y menos a mí, que adoro tanto los libros de cuentos. Además, escribo aquí exclusivamente un diario, esto es un diario, no tengo ni por qué recordármelo. Aquí vivo la escritura como secreto, como actividad íntima. [...]
Esto es un diario, es un diario, es un diario. Y también es una reivindicación secreta de la «escritura de literatura». Así que no veo del todo bien que la realidad de la calle conspire para que tenga un rumbo novelesco lo que escribo, aunque debo agradecerle que me esté dando material para escribir pues, de lo contrario, quizás no tendría ninguno. Pero no. Me es imposible ver con simpatía que la realidad de la calle conspire, y menos aún que haya esta incómoda tensión entre novela y diario, tensión que debería acabarse ya. 

Enrique Vila-Matas, Mac y su contratiempo

Comentarios