Polvo serán, mas polvo enamorado
Tercer aniversario (1997)
Tus hijos, Boris y Yuri, salen con Don Quijote por el antiguo Campo de Montiel y emprenden viajes a la Isla del Tesoro de John Silver.
IV aniversario (1998)
Elenita:
Tus hijos Boris y Yuri acabarán dándose el gustazo con John Coltrane, Compay Segundo y Nikolai Rimsky-Korsakov, pese a las zancadillas que me pone un tal Nintendo.
V aniversario (1999)
Elenita:
Usando a Valdano como puente, Boris y Yuri han de llegar a fatigar las literaturas de Borges y de Bioy Casares. Aunque partamos de los goles de Maradona y de Di Stéfano. Será por afición...
VII aniversario (2001)
Elenita:
Boris y Yuri todavía no saben decir con Neruda ni con soltura... «Inclinado en las tardes echo mis tristes redes a ese mar que sacude tus ojos oceánicos». Su «hoguera de estupor» es, por el momento, adolescente e íntima y no conocen, pues, la «costa del espanto» de los amores contrariados. Todo se andará.
XI aniversario (2005)
Elenita:
Boris y Yuri han sufrido la cercanía de una tragedia atroz. El horror que han vivido por la muerte de Lamberto ha puesto en su conocimiento lo que por edad no conocieron cuando la obscenidad de la tuya.
De todos modos, la vida, ese desconcierto, y el conflicto doméstico siguen tan campantes: el griterío y las calzoncilladas de la televisión (no puedes imaginar su nivel y cuantía) no logran silenciar a John Coltrane y Dave Brubeck, tus favoritos.
XII aniversario (2006)
Elenita:
Tus hijos Boris y Yuri ya no son esos pibes que, escribía Cortázar, conocían las palabras, pero no sabían qué hacer con ellas. En su mayoría de edad quieren regalarte esta palabra del español amable; una que ya saben utilizar en la acepción del profesor Viqueira, un caballero formado en la Institución Libre de la Enseñanza. «Conciencia: dícese de la actividad mental para estimar el bien».
XIII aniversario (2007)
Elenita:
La semana que, obligatoriamente, Boris y Yuri hacen las tareas domésticas la mesa familiar se atiborra de arroz a la gusana, spaguettis erguidos o apelmazados, carne a la suela, pescado muerto y ensaladas saladas; eso sí, hay un masivo descorche de yogures y conservas y una inmensa ingesta de fruta, charcutería y pan bendito. A todo esto, la prueba del algodón no engaña y su falta de pericia con la plancha queda justificada con no sé qué belleza de las arrugas. Ya aprenderán.
XIV aniversario (2008)
Elenita:
El viaje que no hicimos a Alejandría te incapacita para verter al sánscrito primero y a tu idioma después el bastardo esperanto que tus mileuristas hijos, Boris y Yuri, se gastan por el móvil.
tqremos bsts
P. D. Mileuristas y móvil; otros enigmas que no sospechas.
XV aniversario (2009)
Elenita:
Cuando sugerí a tus hijos, Boris y Yuri, la lectura de las 1.104 páginas de Vida y destino (Vasili Grossman), me replicaron que estaban más interesados en la obra El camino al paraíso está asfaltado de tetas. Entendí que era un librito de haikús o tal vez de tankas y los cubrí de besos. Me tranquilicé cuando supe que era una suerte de concurso televisivo de hechuras anatómicas y que no malgastaban su vida con la literatura japonesa.
XIX aniversario (2013)
Elenita:
Gentes zurdas como tú, firmes y sin desmayar, nos asomaron a los logros laborales y sociales. Hoy, la infame reforma laboral y unos cuantos borrones siniestros en el BOE sitúan a la generación de tus hijos Boris y Yuri en la inaplazable tesitura de cegar el chat autista y cambiar camisetas por camisas de manga larga para arremangarse, pelear, sufrir y tratar de volver a la decencia; eso o rebozarse en las sentinas.
XX aniversario (2014)
Elenita:
Me consta que tus hijos Boris y Yuri están en trato con Mr. Guinness para que dé fe de mi liderazgo en la confección de zumos de naranja y desayunos contundentes; cuatro y el mío, cinco.
La casa ha devenido, pues, en una instalación de amor. Cupido, certero y Venus, abundante.
XXII aniversario (2016)
Elenita:
Tus hijos, Boris y Yuri, ya fulanos adultos, han heredado tus insobornables trazas morales.
En su discurrir por la vida, no importa si en jornadas radiantes y venturosas o en la adversidad de las grises brutales, nunca proyectan mala sombra.
Te sentirías bien hueca de ellos.
XXIII aniversario (2017)
Elenita:
Mira que me lo había advertido Alfredo Zitarrosa en una milonga... «Puedo enseñarte a volar pero no seguirte el vuelo».
Ya me está pasando. Hace un tiempo que tus hijos Boris y Yuri baten alas y no gano para tupperwares.
J. L. Casaus, cartas-esquelas a Elena,
cada 21 de marzo en El País
cada 21 de marzo en El País
Comentarios
Publicar un comentario