No hay porqué
Ellen. Mi esposa: una persona a la que tengo la sensación de entender mucho peor que a un escritor extranjero que lleva cien años muerto. ¿Es una aberración, o resulta normal? Los libros dicen: ella hizo esto porque. La vida dice: ella hizo esto. En los libros las cosas quedan explicadas; en la vida, no. No me extraña que la gente prefiera los libros. Los libros le dan sentido a la vida. El único problema radica en que las vidas a las que dan sentido son las de otros, jamás a la del lector.
Quizá sea demasiado acomodaticio. Mi situación también es estable de momento, pero desesperada. Quizá solo sea cuestión de temperamento. Hay que acordarse de la fallida visita al burdel de L'Éducation sentimentale, y no olvidarse de su lección. No hay que participar: la felicidad está en la imaginación, no en el acto. El placer se encuentra primero en la ilusión, y luego en el recuerdo. Así es el temperamento flaubertiano.
Julian Barnes, El loro de Flaubert
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