¿Placer o deber?
—No entiendo la necesidad de un comunicado de prensa —dijo la reina—. ¿Qué le importa al público lo que yo estoy leyendo? La reina lee. Es lo único que debe saber. Me imagino la reacción general: «¿Y qué?».
—Leer es retraerse. No estar disponible. Sería más fácil de asimilar —dijo Sir Kevin— si fuera una actividad menos... egoísta.
—¿Egoísta?
—Quizá debería decir solipsista.
—Quizá.
Sir Kevin prosiguió la ofensiva.
—Tendríamos que asociar sus lecturas con una finalidad más amplia: la alfabetización del país entero, por ejemplo, o mejorar el nivel de lo que leen los jóvenes.
—Nosotros leemos por placer —dijo la reina—. No es un deber público.
—Quizá debería serlo —dijo Sir Kevin.
Alan Bennet, Una lectora nada común
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