Tiene que haber algo

La historia de Tom
[Transcripción]

Día 1 - 10:38
[Fuera de la tienda de Tom; 
el frío le condensa la respiración]
¿A quién intento engañar? En un sitio como este tiene que haber fantasmas. Eso es lo que les ha pasado a Holloway y a su equipo, que los han pillado los fantasmas. Y eso nos va a pasar también a mí y a Navy. La diferencia es que él está con Reston. Él no está solo. Yo sí. La cosa está clara. Los fantasmas siempre van primero a por el que se queda solo. Seguro que ya están aquí. Acechando.

Día 1 - 12:06
[A fin de mantener el contacto, ha sido 
necesario colocar la radio fuera de la tienda]
[...]
Radio (Karen): ¿Tú cómo lo llevas?
Tom: ¿Yo? Pues tengo frío, estoy cagado de miedo y me da la sensación de que se me van a comer en cualquier momento. Pero por lo demás, yo diría que bien.

Día 1 - 15:46
[Dentro de la tienda]
Muy bien, señor Monstruo. Sé que estás ahí y que tienes planeado devorarme, y yo no puedo hacer nada al respecto, pero tengo que avisarte de que llevo años alimentándome a base de comida rápida, patatas grasientas y un número considerable de batidos de poliuretano. También fumo mucha maría. Tengo los pulmones más negros que el alquitrán. Lo que quiero decir, señor Monstruo, es que no tengo buen sabor.

Día 1 - 18:38
[Fuera de la tienda]
Esto es ridículo. Este no es mi sitio. Ni el mío ni el de nadie. Navy, eres un cabrón por haberme traído aquí. Pero si soy un vago. Siempre estoy zampando. Y son cosas que considero cualidades. No soy ningún héroe. No soy un aventurero. Soy Tom el caracol, Tom el gordinflón, Tom el fumeta, Tom el que está a punto de ser devorado por el señor Monstruo. ¿Dónde estás, señor Monstruo, cabronazo de mierda? ¿Te has quedado dormido en vez de trabajar?

[...]
Día 2 - 15:29
[Fuera de la tienda, fumando un porro, tosiendo 
sin parar]
¿Tú extemporas, señor Monstruo, o solamente expectoras?
[Tose y escupe]
Eso me lo enseñó Navy.

[...]
Día 3 - 00:49
[Fuera de la tienda, sacando el último porro de la 
bolsita de plástico]
Y ni un alma se movía en toda la casa, ni un ratón. Ni siquiera tú, señor Monstruo. Solamente Tom, el pobre Tom, que no paraba de pasearse de un lado a otro hasta que por fin se volvió loco de tanto pasear y desear que hubiera algo moviéndose, lo que fuera, hasta un ratón.

Mark Z. Danielewski, La casa de hojas

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