La luna a mezzanotte

La música es un arte celeste, es seguro que nuestra raza tiene ese privilegio; ella sale de los más profundo de nuestras entrañas [...]. 
Dos cosas nos inspiran esos cantos celestiales: ver las estrellas y el amor. Los hombres, torpes copistas, se apiñan ridículamente en una sala baja, y dando saltitos, creen igualarnos. Es sobre la cima de los tejados, en el esplendor de las noches, cuando todo el pelo tirita, que se puede exhalar la melodía divina. Por celos nos maldicen y nos tiran piedras. Que revienten de rabia; nunca su voz insulsa alcanzará esos graves gruñidos, esas notas penetrantes, esos locos arabescos, esas fantasías inspiradas e imprevistas que ablandan el alma de la gata más rebelde y la dejan trémula, mientras que allí arriba las voluptuosas estrellas tiemblan y la luna palidece de amor. 

Hippolyte Taine, Vida y opiniones filosóficas de un gato

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